miércoles, 18 de enero de 2012
jueves, 5 de enero de 2012
miércoles, 4 de enero de 2012
martes, 3 de enero de 2012
lunes, 2 de enero de 2012
Frases de crepúsculo
Eres exactamente mi marca de heroína…jamás había deseado tanto la sangre de un humano.
Ya no tengo fuerzas ni voluntad para mantenerme alejado de ti.
Volveré tan pronto que no tendrás tiempo de echarme de menos. Cuida de mi corazón lo he dejado contigo.
Te quiero , es una excusa muy pobre para todo lo que te hago pasar, pero es la pura verdad.
Bella, no puedo vivir en un mundo donde tu no existas.
Tú no eres el amor de mi vida eres el amor de mi existencia.
No necesito el cielo si tu no puedes ir a él.
Escena de crepúsculo
-y así el león se enamoró de la oveja
-que oveja tan estúpida
-que león tan morboso y masoquista
Escena de amanecer
Más tarde, cuando desperté en la oscuridad, fue con un susto.
El sueño había sido muy real… vívido, sensorial…
Grité, desorientada en la habitación oscura. Sólo un segundo antes, parecía que estaba bajo la brillante luz del sol.
– ¿Bella? –susurró Edward, con su brazos alrededor mío, sacudiéndome suavemente. – ¿Estás bien, cariño?
Emití un grito ahogado, de nuevo. Sólo un sueño. No era real. Para mi completo asombro, las lágrimas caían de mis ojos sin previo aviso, resbalando por mi cara.
– ¡Bella! –dijo en voz alta, ahora alarmado. – ¿Qué pasa?
Limpió con sus dedos fríos y frenéticos las lágrimas que me resbalaban por las mejillas, pero otras las sustituyeron.
–Sólo era un sueño.
No pude contener el sollozo que rompió mi voz. Las insensibles lágrimas eran molestas, pero no pude controlar la asombrosa pena que me oprimía. Quería desesperadamente que el sueño fuese real.
–Todo está bien, amor, estás a salvo. Estoy aquí –me acunó adelante y atrás, demasiado rápido para que consiguiera calmarme – ¿Has tenido otra pesadilla? No era real, no era real.
–No era una pesadilla –sacudí la cabeza frotándome los ojos con el dorso de la mano –Era un buen sueño –mi voz se quebró de nuevo.
–Entonces ¿por qué lloras? –preguntó, desconcertado.
–Porque he despertado. –gemí, rodeando su cuello con mis brazos, y sollozando contra su garganta.
Se rió de mi lógica, pero el sonido fue tenso por la preocupación.
–No pasa nada, Bella. Respira hondo.
–Era muy real. –lloré – Quiero que sea real.
–Cuéntamelo –me urgió –Tal vez eso ayude.
–Estábamos en la playa… –me aparté, para mirar con los ojos llenos de lágrimas su ansiosa cara de ángel, borrosa en la oscuridad.
Le miré melancólicamente, hasta que la irracional pena empezó a desvanecerse.
– ¿Y...? –me apremió.
Pestañeé para que las lágrimas salieran de mis ojos llorosos.
–Oh, Edward…
–Cuéntame, Bella…–suplicó, con ojos preocupados por el dolor que sonada en mi voz.
Pero no pude. En vez de eso, rodeé de nuevo su cuello con mis brazos y mi boca se poso febrilmente sobre la suya.
No era deseo, era necesidad, tanta que dolía.
Su respuesta fue instantánea, pero pronto fue seguida por su rechazo.
Forcejeó conmigo tan delicadamente como pudo, sorprendido, apartándome mientras me sujetaba por los hombros.
–No, Bella –insistió, mirándome preocupado, como si pensara que yo había perdido la razón.
Dejé caer los brazos, derrotada, las extrañas lágrimas cayendo de nuevo en torrente por mi cara, con un sollozo creciendo más y más en mi garganta.
Él tenía razón, debía estar loca.
Me miró, con ojos confundidos y llenos de angustia.
–Lo s-s-s-siento… –farfullé.
Me acercó a él de nuevo, abrazándome estrechamente contra su pecho de mármol.
–No puedo Bella, no puedo –dijo con un agónico gemido.
–Por favor…–dije, mi ruego sonó apagado contra su piel –Por favor, Edward.
No podría decir si las lágrimas que hacían temblar mi voz le conmovieron, si fue que no estaba preparado para manejar mi repentino ataque, o si su necesidad era tan insoportable como la mía en aquel momento.
Pero cualquiera que fuera la razón, el caso es que acercó sus labios a los míos, rindiéndose con un gruñido.
Retomamos las cosas justo donde se habían quedado en mi sueño.
El sueño había sido muy real… vívido, sensorial…
Grité, desorientada en la habitación oscura. Sólo un segundo antes, parecía que estaba bajo la brillante luz del sol.
– ¿Bella? –susurró Edward, con su brazos alrededor mío, sacudiéndome suavemente. – ¿Estás bien, cariño?
Emití un grito ahogado, de nuevo. Sólo un sueño. No era real. Para mi completo asombro, las lágrimas caían de mis ojos sin previo aviso, resbalando por mi cara.
– ¡Bella! –dijo en voz alta, ahora alarmado. – ¿Qué pasa?
Limpió con sus dedos fríos y frenéticos las lágrimas que me resbalaban por las mejillas, pero otras las sustituyeron.
–Sólo era un sueño.
No pude contener el sollozo que rompió mi voz. Las insensibles lágrimas eran molestas, pero no pude controlar la asombrosa pena que me oprimía. Quería desesperadamente que el sueño fuese real.
–Todo está bien, amor, estás a salvo. Estoy aquí –me acunó adelante y atrás, demasiado rápido para que consiguiera calmarme – ¿Has tenido otra pesadilla? No era real, no era real.
–No era una pesadilla –sacudí la cabeza frotándome los ojos con el dorso de la mano –Era un buen sueño –mi voz se quebró de nuevo.
–Entonces ¿por qué lloras? –preguntó, desconcertado.
–Porque he despertado. –gemí, rodeando su cuello con mis brazos, y sollozando contra su garganta.
Se rió de mi lógica, pero el sonido fue tenso por la preocupación.
–No pasa nada, Bella. Respira hondo.
–Era muy real. –lloré – Quiero que sea real.
–Cuéntamelo –me urgió –Tal vez eso ayude.
–Estábamos en la playa… –me aparté, para mirar con los ojos llenos de lágrimas su ansiosa cara de ángel, borrosa en la oscuridad.
Le miré melancólicamente, hasta que la irracional pena empezó a desvanecerse.
– ¿Y...? –me apremió.
Pestañeé para que las lágrimas salieran de mis ojos llorosos.
–Oh, Edward…
–Cuéntame, Bella…–suplicó, con ojos preocupados por el dolor que sonada en mi voz.
Pero no pude. En vez de eso, rodeé de nuevo su cuello con mis brazos y mi boca se poso febrilmente sobre la suya.
No era deseo, era necesidad, tanta que dolía.
Su respuesta fue instantánea, pero pronto fue seguida por su rechazo.
Forcejeó conmigo tan delicadamente como pudo, sorprendido, apartándome mientras me sujetaba por los hombros.
–No, Bella –insistió, mirándome preocupado, como si pensara que yo había perdido la razón.
Dejé caer los brazos, derrotada, las extrañas lágrimas cayendo de nuevo en torrente por mi cara, con un sollozo creciendo más y más en mi garganta.
Él tenía razón, debía estar loca.
Me miró, con ojos confundidos y llenos de angustia.
–Lo s-s-s-siento… –farfullé.
Me acercó a él de nuevo, abrazándome estrechamente contra su pecho de mármol.
–No puedo Bella, no puedo –dijo con un agónico gemido.
–Por favor…–dije, mi ruego sonó apagado contra su piel –Por favor, Edward.
No podría decir si las lágrimas que hacían temblar mi voz le conmovieron, si fue que no estaba preparado para manejar mi repentino ataque, o si su necesidad era tan insoportable como la mía en aquel momento.
Pero cualquiera que fuera la razón, el caso es que acercó sus labios a los míos, rindiéndose con un gruñido.
Retomamos las cosas justo donde se habían quedado en mi sueño.
Amanecer
HABIA TENIDO MÁS QUE MI CUOTA CORRESPONDIENTE DE EXPERIENCIAS cercanas a la muerte. No era algo a lo que realmente te acostumbras.
Parecía curiosamente inevitable, sin embargo, enfrentar la muerte otra vez. Como si realmente estuviera marcada para el desastre. Había escapado repetidas veces, pero esta seguía volviendo a mí.
No obstante, esta vez era tan diferente a las demás.
Puedes correr de alguien que temes, puedes tratar de luchar contra alguien que odias. Todas mis reacciones habían sido dirigidas hacia aquel tipo de asesinos – los monstruos, los enemigos.
Siendo la persona que estuviese matándote, alguien quien amaras, no tendrías opción que seguir. ¿Cómo podrías correr, cómo podrías luchar, cuando al hacerlo lastimarías a tu amado? Si tu vida fuera todo lo que tuvieras que darle a tu amado, ¿cómo podrías negársela?
¿Si fuera alguien a quien realmente amaras?
La niñez no es del nacimiento a cierta edad y hasta cierta edad.
El niño crece, y se guarda las cosas infantiles.
La niñez es el reino donde nadie muere.
Parecía curiosamente inevitable, sin embargo, enfrentar la muerte otra vez. Como si realmente estuviera marcada para el desastre. Había escapado repetidas veces, pero esta seguía volviendo a mí.
No obstante, esta vez era tan diferente a las demás.
Puedes correr de alguien que temes, puedes tratar de luchar contra alguien que odias. Todas mis reacciones habían sido dirigidas hacia aquel tipo de asesinos – los monstruos, los enemigos.
Siendo la persona que estuviese matándote, alguien quien amaras, no tendrías opción que seguir. ¿Cómo podrías correr, cómo podrías luchar, cuando al hacerlo lastimarías a tu amado? Si tu vida fuera todo lo que tuvieras que darle a tu amado, ¿cómo podrías negársela?
¿Si fuera alguien a quien realmente amaras?
La niñez no es del nacimiento a cierta edad y hasta cierta edad.
El niño crece, y se guarda las cosas infantiles.
La niñez es el reino donde nadie muere.
Eclipse
FUEGO Y HIELO
Unos dicen que el mundo sucumbirá en el fuego,
otros dicen que en hielo.
Por lo que yo he probado del deseo
estoy con los que apuestan por el fuego.
Pero si por dos veces el mundo pereciera
creo que conozco lo bastante el odio
para decir que, en cuanto a destrucción,
también el hielo es grande
y suficiente.
Unos dicen que el mundo sucumbirá en el fuego,
otros dicen que en hielo.
Por lo que yo he probado del deseo
estoy con los que apuestan por el fuego.
Pero si por dos veces el mundo pereciera
creo que conozco lo bastante el odio
para decir que, en cuanto a destrucción,
también el hielo es grande
y suficiente.
Luna Nueva
Los placeres violentos terminan en la violencia,
y tienen en su triunfo su propia muerte, del mismo modo
que se consumen el fuego y la pólvora
en un beso voraz.
y tienen en su triunfo su propia muerte, del mismo modo
que se consumen el fuego y la pólvora
en un beso voraz.
Crepúsculo
Nunca me había detenido a pensar en cómo iba a morir, aunque me habían sobrado los motivos en los últimos meses, pero no hubiera imaginado algo parecido a esta situación incluso de haberlo intentado.
Con la respiración contenida, contemplé fijamente los ojos oscuros del cazador al otro lado de la gran habitación. Éste me devolvió la mirada complacido.
Seguramente, morir en lugar de otra persona, alguien a quien se ama, era una buena forma de acabar. Incluso noble. Eso debería contar algo.
Sabía que no afrontaría la muerte ahora de no haber ido a Forks, pero, aterrada como estaba, no me arrepentía de esta decisión. Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con creces cualquiera de tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión.
El cazador sonrió de forma amistosa cuando avanzó con aire despreocupado para matarme.
Con la respiración contenida, contemplé fijamente los ojos oscuros del cazador al otro lado de la gran habitación. Éste me devolvió la mirada complacido.
Seguramente, morir en lugar de otra persona, alguien a quien se ama, era una buena forma de acabar. Incluso noble. Eso debería contar algo.
Sabía que no afrontaría la muerte ahora de no haber ido a Forks, pero, aterrada como estaba, no me arrepentía de esta decisión. Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con creces cualquiera de tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión.
El cazador sonrió de forma amistosa cuando avanzó con aire despreocupado para matarme.
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